Por la violación y muerte de Brenda Arnoletto, de 24 años, que vivía con su familia en Pozo del Molle, en el este cordobés, Manuco Retamar recibirá sin dudas una condena a cadena perpetua.

El hecho quedó calificado por violación seguida de muerte y femicidio. Manuco, el chacal del Calchaquí, tiene antecentes penales de todo tipo: sexuales, contra la propiedad, etc.

Había purgado una condena de 10 años en la cárcel de Santa Felicia, Vera, por una concurrencia de causas.

En Calchaquí intentó abusar de una abogada local que hacía running en las afueras de la ciudad. También intentó ingresar a robar a un local de ropas, pero todo indicó aquella vez que tenía intenciones peores con una persona de sexo femenino que estaba durmiendo dentro del local (anexo a una vivienda). Fue detenido por la policía debido a que dejó en el lugar sus zapatillas y los agentes lo encontraron deambulando descalzo por la ciudad.

En la cárcel fue siempre un interno correcto. Afirmaba que le gustaba volver a caer preso porque tenía comida gratis. Quienes fueron compañeros de prisión aseguraban que su tendencia hacia la homosexualidad lo llevaba a volver tras las rejas para estar cerca de sus presuntas parejas. Su apodo en prisión era “Manucoputo”, cuando sus pares presos lo llamaban así amagaba con reaccionar, pero enseguida se sonreía y respondía con alguna humorada.

Tuvo una infancia dura, y una adolescencia conflictiva, llena de peleas y robos. Se presentaba como “el dueño de Santa Rosa” – el barrio donde vivía en Calchaquí – ante la gente. Es hijo de un policía ya fallecido que nunca lo reconoció como tal.

Su perfil psicológico es de alguien con problemas marcados para vivir en sociedad, agresivo y sin culpa por hacer el mal. Es un delincuente de temer, no solo porque roba sino porque es propenso a los ataque sexuales. Quedó demostrado ahora que su psicopatología empeoró, y que es capaz de matar.