En la jornada del miércoles se advirtió un intenso movimiento en el departamento de Antártida Arentina al 600, lindante a la vivienda donde estaba Chocolate y lugar de residencia de Germán Gómez, acusado de ser el autor del ataque a la mascota que se ha transformado en un símbolo nacional de la lucha contra el maltrato animal. Allí, peritos de criminalística realizaron distintas pruebas, entra ellas la de luminol, con el objeto de encontrar rastros de sangre producto del ataque al perrito.
Además sería trasladado a la ciudad de Córdoba donde sería sometido a las pericias psicológicas que ordenó el fiscal Giecco ante de salir de vacaciones. La otra novedad, que circulaba en las redes sociales, fue confirmada hoy por El Periódico que dialogó con el papá de un joven asesinado en Frontera en el año 2005 y en cuyo hecho fue involucrado en principio Germán Gómez, en calidad de encubridor, aunque luego ni siquiera fue llevado a juicio por falta de pruebas. En tanto, la familia de la víctima -el joven sanfrancisqueño Leonardo Salvitti (22)- sigue sosteniendo que participó del asesinato. El homicidio de Salvitti ocurrió el 21 de octubre de 2005 en una vivienda de calle 102 al 74, en Frontera. El joven -que era padre de dos niñas- fue apuñalado y murió horas después. Ese mismo día, Gómez había sido detenido junto a Alberto Saavedra (quien luego fue condenado como el autor del crimen) por encubrimiento. Tiempo después, Gómez fue liberado y no se lo involucró en el juicio que se hizo en Rafaela. Rubén Salvitti, papá de Leonardo, aseguró a El Periódico que su hijo murió desangrado y que tanto Saavedra como Gómez habían planeado matarlo. "Le dieron una puñalada a la madrugada y pudo haber sobrevivido, apenas le había tocado el corazón. Pero no lo llevaron al Hospital, lo abandonaron y murió desangrado tras varias horas pidiendo que no lo dejen morir". "Les rogó durante horas que por favor que no lo dejaran morir, que llamaran al padre y lo llevaran al Hospital. Y cuando ya agonizaba, ellos lo bañaron, lo cambiaron y lo llevaron a la casa del frente, donde vivía la abuela de uno de ellos y lo quisieron hacer pasar como que él se había herido -relató Mabel Casarella-. Cuando vieron que ya no daba más, llamaron a un remisero pero este hombre no quiso llevarlo en ese estado y nosotros creemos que fue quien hizo la llamada anónima a la ambulancia".
Fuente: Radiocanal.com.ar
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