La Sra. Isabel Lupino, vecina por años de Juancito y amiga junto a toda su familia, dirigió al final de la celebración unas emotivas y sentidas palabras, destacando su profunda fe y la actitud felíz con la que Juancito asumía cada jornada de su vida. Con muchas expresiones de cariño sincero todo un pueblo acompañó a Juancito a su morada definitiva en el cementerio local.

P. Sergio agradeció en nombre de la familia a todas las personas e instituciones que siempre tendieron una mano a Juancito a lo largo de su vida, de manera especial a la Sra. Jorgelina Pettinari, ministra extraordinaria de la eucaristía, quien sirvió de nexo con las diferentes instituciones del pueblo, familias y profesionales que colaboraron, en este último tramo de la vida de Juancito a su buen morir.

Sentido fue el último gesto de una niña, Sofía de catequesis, quien con respeto y veneración colocó, a la salida del tempo parroquial, la última flor sobre el ataúd, la cual lo acompañó hasta su sepultara final. Todo un signo, que Dios nos regaló para confirmar el evangelio que se proclamó en la misa:

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los pequeños”. Mt. 11, 25